WALTER BOND, EL"LOBO SOLITARIO" EN HUELGA DE HAMBRE POR MALTRATO EN LA PRISIÓN
Walter Bond es un anarquista, vegano y straight edge de Estados Unidos. Durante toda su vida ha luchado contra el abuso de los animales y la cultura de las drogas en Estados Unidos. En 1998 cumplió una sentencia por quemar un laboratorio de metanfetamina de un narco que le vendía droga a uno de sus hermanos.
Ahora, desde el 10 de Agosto del 2010 Walter se
enfrenta a una condena por su participación en una acción del Frente de
Liberación Animal, bajo el seudónimo de “Lobo Solitario”. Este operativo
conocido como “Lobo Solitario” se hizo notar entre la primavera y el verano del
2010 en Denver y Salt lake City, cuando bajo ese nombre fueron reivindicadas
diversas acciones: el incendio en una fábrica de
productos de piel de oveja, otro a una peletería llamada
Tandy (comunicado de las dos anteriores) y a un restaurante llamado
Tiburón.
El propio hermano de Walter alertó al FBI de que su
hermano estaba detrás de aquellos ataques. Cuando Walter se encontraba de
visita en Denver, su hermano ayudó a realizar una misión encubierta de la
policía, llevando, parece ser, un micro oculto con el que poder captar pruebas
contra Walter. Walter fue detenido en Denver.
_____________________________________________________________
Declaración grabada de Walter Bond para La Oficina
de Prensa de Liberación Animal Norteamericana el 15/11/2017:
“Desde mi llegada a “Greenville”, hace dos años y
medio, mis comunicaciones con el mundo han sido increíblemente difíciles y a
veces imposible. Se me han denegado repetidamente libros, revistas, cartas y
dibujos. Es un procedimiento habitual que mi correo -ya sea electrónico o
postal- se retrase días, semanas e incluso meses. Tampoco es raro que mi correo
saliente nunca llegue.”
“Me han negado incluso tener copias de mi propio
libro, “Siempre Mirando Adelante”, el cuál escribí en prisión y fue aprobado
que lo tuviese”
“También me ha sido imposible tener una dieta apta
para Veganxs, ya que ninguna de las llamadas “opciones cárnicas” ofrecidas en
“Greenville”, Illinois no están si quiera cerca de ser 100% vegetales. Por esto
a amigos, familiares y personas que me apoyan las ha supuesto un alto coste
para pagar los alimentos en la cantina de la prisión.”
“He tratado desde hace un año aproximadamente que
me transfieran de la prisión de “Greenville” Illinois a una más cercana a la
ciudad de New York donde tengo intención de vivir tras ser liberado, pero
también me lo han denegado a través de informes disciplinarios irrelevantes.”
“A pesar de todo, he mantenido años de paciencia,
de estar tranquilo esperando mi libertad. Pero mi “cooperación” no ha servido
de nada.”
“Así que en la tradición de activistas del Frente
de Liberación Animal antes que yo, como Barry Horne, voy a iniciar una huelga
de hambre. No voy a comer nada y moriré de inanición hasta que se solucionen
todos estos problemas.”
“Estoy pidiendo a todo el mundo dentro del
movimiento de Liberación Animal, Anarquistas, etc, que me acompañen con sus
protestas y acciones de solidaridad.”
“Podéis comunicaros con la institución para conocer
mi estado de salud y bienestar al +1 (618) 664-6200.”
Fuente: https://frentedeliberacionanimal.net/2017/11/16/walter-bond-el-lobo-solitario-del-frente-de-liberacion-animal-ha-comenzado-una-huelga-de-hambre-para-protestar-contra-el-maltrato-en-prision/
Languid raw punk, banda actual y ruidosa de canadá temas dispuestos a lxs amantes del dis.
TOMBUCTÚ
Película del 2014 dirigida por Abderrahmane Sissako, película situada en Malí ambientada en el 2012. "Los alrededores de Tombuctú han caído en manos de extremistas religiosos. Kidane vive tranquilamente en las dunas con su esposa Satima, su hija Toya e Issam, un niño pastor de 12 años. En la ciudad, los habitantes padecen el régimen de terror impuesto por los yihadistas. Prohibido escuchar música, reír, fumar e incluso jugar al fútbol. Las mujeres se han convertido en sombras que intentan resistir con dignidad. Cada día, unos tribunales improvisados lanzan sentencias tan absurdas como trágicas. El caos que reina en Tombuctú no parece afectar a Kidane hasta el día en que accidentalmente mata a Amadou, un pescador que ha acabado con la vida de GPS, su vaca favorita. Ahora debe enfrentarse a las leyes impuestas por los ocupantes extranjeros."
Fuente: https://www.elseptimoarte.net/peliculas/timbuktu-10547.html
http://cinefiliamalversa.blogspot.com.co/2017/11/timbuktu-2014-abderrahmane-sissako.html
BARRANQUILLA: MODELO PARA DESARMAR
No es casual que los realizadores de The Wire, una de las grandes series de la historia de la TV según Barack Obama, hayan elegido Baltimore como el escenario modélico para describir las ramificaciones de la criminalidad callejera, la corrupción policial, el cinismo de los políticos, el miedo de la gente, amén de una prensa que oscila entre el alarmismo y la frivolidad. Baltimore, con su elevada tasa de desempleo, homicidios y consumo de drogas, es una ciudad empobrecida por la deslocalización industrial, el cierre de astilleros y el declive del puerto.
Los barranquilleros a los que nos gusta el béisbol conectamos el nombre de Baltimore con la novena de Los Orioles, ganadora de tres series mundiales. Se podría pensar en una serie que ocurra en Barranquilla, a propósito de lo que allí está aconteciendo.
Cuarenta y cinco homicidios en Barranquilla durante el mes de enero no es una cifra que invite a echar cohetes al aire, más aún si la mitad de las víctimas murieron a balazos. Tampoco es para crear una alarma mediática o en las redes sociales que conduzca a una deriva homicida. No es recomendable celebrar lo que vienen haciendo unos tales «justicieros», puesto que la vida misma nos ha enseñado que los que comienzan matando raponeros acaban tocando la puerta de tu casa para que les aflojes algún billete. Si no pagas, te matan. Es una pena que el pintoresco alcalde, Alejandro Char, siga pateando balones fuera de la cancha.
El modelo de desarrollo económico y urbanístico que el alcalde Char, la familia de Char, los amigos de Char, los políticos que apoyan a Char y los medios que celebran las ocurrencias de Char, están ejecutando en Barranquilla sólo sirve para profundizar la desigualdad, la segregación y la injusticia. Allí está la raíz del problema de «Curramba».
En Barranquilla cohabitan dos realidades. Dos ciudades separadas por unas líneas físicas e imaginarias, basadas en la seguridad residencial. Dos urbes que se dan la espalda entre sí, a pesar de que la distancia entre ellas es de unos cuantos kilómetros.
Quienes viven en las zonas aparentemente seguras tienen a la mano un inmobiliario que nada tiene que envidiarle al Primer mundo, cuentan con todos los servicios de este siglo y pueden emplear sus ratos de ocio en lo que les venga en gana.
Es lógico que esta gente sienta miedo o desprecio hacia el resto de la ciudad, que no vive como ellos. La gente que habita en el suroriente de la ciudad, en cambio, vive como en las zonas más deprimidas de Bangladesh, razón para que alimenta su ira contra los que viven entre el lujo y el derroche. La ira de los jóvenes marginales encuentra siempre en la violencia, la droga y el vandalismo una vía de escape. Esa es la foto de Barranquilla. Sin photoshop.
Los barranquilleros no pueden hacerse ilusiones. La situación no va a mejorar. Recrudecerá. Quien crea que esto es un asunto de meros policías y soldados en las calles morirá engañado. Quizás en un atraco o por una bala perdida. Los que han dirigido la ciudad en los últimos años no han dado con la tecla. Han convertido Barranquilla en el mejor moridero del mundo. Tienen que salir de allí y dedicarse a sus negocios, entre otras porque sus actuaciones públicas no han sido más que una extensión de sus negocios particulares.
La gente de Barranquilla debe pensar en una salida transversal que junte lo más sano con lo nuevo de la ciudad, con el propósito de darle un giro gradual al modelo de ciudad. Dejando, matizando y cambiando vainas. Esto llevará años.
Recuerdo que en el barrio El Carmen había una familia de «espantajopos» que vestían y caminaban como si vivieran en Coral Gables, pero no se les veía billete por ninguna parte y entraban a la tienda del «Cachaco» a que les fiara la libra de arroz para el almuerzo. Todo parece indicar que lo que antes era una pincelada del fresco de un barrio, hoy día es una tendencia entre aquella gente de Barranquilla a la que le parece cosmopolita pagar carísimo un plato de comida mal hecho en un local de un centro comercial con ínfulas de gran restaurante. A veces las ilusiones matan.
Fuente: https://yezidarteta.wordpress.com/2017/11/13/barranquilla-modelo-para-desarmar/
El contexto colombiano está a la vanguardia de las cosas más horribles que suceden en el mundo, la excusa de la ideología de género es la bandera contemporánea de la política de este país, una perversa cofradía, política y religión se han hecho aliados para estigmatizar, violentar, reprimir y oprimir a las personas qué no entran en el "orden natural".
!CONTRA TODA AUTORIDAD, NUESTRA BANDERA LA ANALQUÍA!
_____________________________________________________
JUDITH BUTLER PERSEGUIDA
Más de 350.000 personas firmaron contra la
visita de Judith Butler a Sao Paolo, solo cuarenta fueron a recibirla y tres o
cuatro fueron a agredirla al aeropuerto donde se defendió con ayuda de su
compañera. Los fundamentalistas ultras de diferentes sectas del cristianismo o
el catolicismo han oído campanas y creen saber dónde. Lemas sonrojantes y con
resabios fascistoides como: menos –Butler y + Familia o “No a la Ideología de
Género” u otros copiados del imaginario del Klu-Klu-Klan como “Pervertidos al
infierno” han calado en la extrema derecha brasileña que los ha propagado entre
una base cristianoide, rancia y más cegata y confudida que nunca. Así están las
cosas. Los travesticidios en Latinoamérica que Butler ha denunciado, su
política en el Ocuppy Wall Street en New York y su posicionamiento anti-Israel
ya la han convertido en una figura pública.
Pero lo que estos fundamentalistas más odian o dicen odiar son sus incendiarias
teorías del género o más bien lo que han oído sobre ellas ya que no es difícil
adivinar que ninguno de ellos se ha molestado en abrir un libro de Butler antes
de echarlo en la hoguera de la Inquisición. Creen que el pensamiento de Butler
pone en peligro sus frágiles creencias y propaga las ideas del libertinaje
abocando a la disolución de los géneros binarios. Me temo que aunque Butler
pretendiera eso la cosa no es tan fácil en ninguna parte del mundo. Los
fundamentalistas garrulos pueden estar tranquilos, que sus familias
catequéticas están a salvo así que dejen viajar, hablar y opinar a Butler
en paz en aras de una libertad de expresión que tanto cuesta conquistar en países
como Brasil, amenazado una y otra vez por la derecha totalitaria,
la desestructuración social, el machismo, la transfobia y los golpes de estado
políticos e ideológicos.
Fuente: http://paroledequeer.blogspot.com.co/2017/11/judith-butler-brasil_13.html#more
«NO NOS DEJES CAER EN EL DIAGNÓSTICO Y LÍBRANOS DE LOS MALES DE LA SALUD»
Estoy honrado de inaugurar esta reunión, la primera de una serie que se celebrará en Bolonia como «ciudad de la cultura del año 2000». Me complace esta ocasión excepcional porque, hasta donde tengo entendido, ningún simposio, a un nivel comparable, ha puesto nunca el acento en la salud como metáfora social. Es magnífico que se haya elegido precisamente Bolonia para tratar este tema. Cuando uno considera la medicina como historiador, es decir, la medicina en el mundo cristiano, es inevitable que no se dirija a la ciudad de Bolonia. Fue en esta ciudad donde el ars medendi et curandi se separó, como disciplina, de la teología, la filosofía y el derecho. Fue aquí donde, tras la elección de una pequeña parte de los escritos de Galeno, el cuerpo de la medicina estableció su soberanía sobre un territorio distinto al de Jerónimo, Aristóteles o Cicerón. Y ahora, me atrevo a pensarlo, fue también aquí, en Bolonia, por la iniciativa del doctor Manfredo Pace, donde la disciplina cuyo objeto es el dolor, la angustia y la muerte, ha sido reintegrada en el dominio de la sabiduría; fue aquí donde se ha superado una fragmentación que nunca fue realizada en el mundo islámico, donde el título de hakim significa al mismo tiempo el científico, el filósofo y el sanador.
Bolonia, al dar autonomía universitaria al saber médico y, además, al instituir la autocrítica de su práctica gracias a la creación del protomedicato, arrojó las bases para una empresa social eminentemente ambigua, una institución que, progresivamente, ha hecho olvidar los límites dentro de los cuales es más conveniente afrontar el sufrimiento en vez de eliminarlo, acoger la muerte en vez de aplazarla y repelerla. Ciertamente, la tentación de Prometeo apareció tempranamente en la medicina. Incluso antes de la fundación de la Universidad de Bolonia, en África del Norte algunos médicos judíos se opusieron a la eliminación de los médicos árabes en las horas finales. E hizo falta tiempo para que desapareciera esta regla: todavía en 1911, fecha de la gran reforma de las escuelas de medicina en los Estados Unidos, se enseñaba a cómo reconocer la «cara hipocrática», los signos que permiten saber al médico que no se encuentra ya frente a un paciente, sino a un moribundo. Este realismo pertenece al pasado, pero visto el volumen creciente de los no-muertos gracias a los cuidados y visto su desamparo y dolor modernizados, ha llegado la hora de renunciar a cualquier curación de la vejez. Mediante una iniciativa como la nuestra, podríamos preparar el regreso de la medicina al realismo que subordina la técnica al arte de sufrir y de morir. Podríamos sonar la alarma para hacer comprender que el arte de celebrar el presente está paralizado por aquello en lo que se ha convertido la búsqueda de la salud.
Para hablar de esta «salud» como metáfora, se deben aceptar dos puntos. No es únicamente la noción de salud la que es histórica, sino también la de metáfora. El primer punto tendría que ser evidente. Northrop Frye me hizo comprender el segundo: la metáfora tiene un alcance completamente diferente entre los griegos, para quienes evocaba a la diosa Higía, y entre los cristianos medievales, que invitaba a la salvación por medio de un único Creador y Salvador crucificado. Pero también es diferente por cuanto crea necesidades de cuidado en un mundo impregnado por el ideal instrumental de la ciencia. En la medida en que aceptemos tal historicidad de la metáfora, conviene preguntarse si, en estos últimos años del milenio, todavía es legítimo hablar de una metáfora social.
Y ésta es mi tesis: a la mitad de nuestro siglo, lo que implica la noción de una «búsqueda de la salud» tenía un sentido completamente distinto al que tiene hoy. De acuerdo con la noción que se afirma hoy en día, el ser humano necesitado de salud es considerado como un subsistema de la biosfera, un sistema inmunitario que hace falta controlar, regular, optimizar, como «una vida». No se trata ya de poner de relieve lo que constituye la experiencia de «estar vivo». A través de su reducción a una vida, el sujeto cae en un vacío que lo asfixia. Para hablar de la salud en 1998, hay que entender la búsqueda de la salud como lo contrario de aquella de la salvación, hay que entenderla como una liturgia societal al servicio de un ídolo que mitiga al sujeto.
En 1974, escribí Némesis médica, y ustedes me han invitado a volver a hablar sobre este tema. Sin embargo, yo no había elegido la medicina como tema, sino como ejemplo. Con este libro quería proseguir un discurso ya iniciado sobre las instituciones modernas en cuanto ceremonias mitopoiéticas o creadoras de mitos, de liturgias sociales que celebran certezas. De esta manera, había examinado la escuela, el transporte y la vivienda para entender sus funciones latentes e ineludibles; aquello que proclaman antes que aquello que producen: el mito del Homo educandus, el mito delHomo transportandus y, finalmente, aquel del Homo castrensis.
Elegí la medicina como un ejemplo para ilustrar diferentes niveles de la contraproductividad que caracteriza a todas las instituciones de la posguerra, de sus paradojas técnicas, sociales y culturales: a nivel técnico, la sinergia terapéutica que produce nuevas enfermedades; a nivel social, el desarraigo que opera el diagnóstico que atormenta al enfermo, al idiota, al anciano y, de igual modo, a aquel que lentamente es mitigado. Y, antes que nada, a nivel cultural, la promesa del progreso conduce al rechazo de la condición humana y a la aversión del arte de sufrir.
Iniciaba Némesis médica con estas palabras: «La empresa médica amenaza la salud». En aquel momento, esta afirmación podía poner en duda la seriedad del autor, pero también tenía el poder de causar conmoción y rabia. Veinticinco años más tarde, ya no podría volver a tomar esta frase a mi cargo, y esto por dos razones. Los médicos han perdido el mando de la condición biológica, el timón de la biocracia. Si alguna vez hubo un especialista entre los «decisores», él existe únicamente para legitimar la reivindicación de que el sistema industrial mejora el estado de salud. Y, además, esta «salud» ya no es sentida. Se trata de una «salud» paradójica. «Salud» designa un optimum cibernético. La salud se concibe como un equilibrio entre el macrosistema socio-ecológico y la población de sus subsistemas de tipo humano. Sometiéndose a la optimización, el sujeto se reniega a sí mismo. Hoy en día, yo iniciaría mi argumentación diciendo: «La búsqueda de la salud se ha convertido en el factor patógeno predominante». Pero he aquí que me veo obligado a encarar una contraproductividad en la que no podía pensar cuando escribí Némesis.
Esta paradoja se hace evidente cuando se excavan los informes sobre los progresos en materia de salud. Es preciso leerlos bifrons, como un Jano; en el ojo derecho, uno resulta abrumado por las estadísticas de mortalidad y morbilidad, cuya disminución es interpretada como el resultado de las prestaciones médicas; en el ojo izquierdo, uno no puede seguir evitando los estudios antropológicos que nos dan las respuestas a la pregunta: «¿Cómo estás?». Ya no podemos seguir evitando ver el contraste entre la salud supuestamente objetiva y la salud subjetiva. Y ¿qué observamos? Cuanto mayor es la oferta de «salud», más personas responden que tienen problemas, necesidades, enfermedades, y piden ser protegidos contra los riesgos, mientras que en las regiones supuestamente iletradas, los «subdesarrollados» no tienen ningún problema en aceptar su condición. Su respuesta a la pregunta «¿Cómo estás?», es: «Me encuentro bien; teniendo en cuenta mi condición, mi edad, mi karma». Y también: cuanto más conectada está la oferta de la plétora clínica a un compromiso político de la población, más intensamente se hace sentir la falta de salud. En otras palabras, la angustia mide el nivel de modernización, e incluso más aquel de politización. La aceptación social del diagnóstico «objetivo» se ha vuelto patógena en el sentido subjetivo.
Y son precisamente los economistas partidarios de una economía social orientada por los valores de la solidaridad quienes hacen del derecho igualitario a la salud un objetivo primordial. Lógicamente, se ven obligados a aceptar topes económicos para todos los tipos de cuidados individuales. Es en ellos donde encontramos una interpretación ética de la redefinición de lo patológico que se opera en el interior de la medicina. La redefinición actual de la enfermedad acarrea, según Samuel Sajay, «una transición del cuerpo físico hacia un cuerpo fiscal». Efectivamente, los criterios seleccionados que clasifican tal o cual caso como merecedor de cuidados clínico-médicos se cruzan con la abundancia de parámetros financieros.
El diagnóstico, desde una perspectiva histórica, tuvo durante siglos una función eminentemente terapéutica. Lo esencial del encuentro entre el médico y el enfermo estaba en lo verbal. Todavía en los comienzos del siglo XVIII, la visita médica consistía en una conversación. El paciente contaba, esperando una escucha privilegiada por parte del médico; todavía sabía hablar acerca de lo que sentía: un desequilibrio de sus humores, una alteración de sus flujos, una desorientación de sus sentidos y de aterradoras coagulaciones. Cuando leo el diario de tal o cual médico de la época barroca, cada anotación evoca a una tragedia griega. El arte médico era el de la escucha. El médico asumía el comportamiento que Aristóteles, en su Poética, exige del público en el teatro, difiriendo en este punto de su maestro Platón. Aristóteles pide que el espectador se deje llevar por el actor trágico, por sus inflexiones de voz, su melodía, sus gestos, y no sólo por las palabras. Es así como el médico responde miméticamente al paciente, se deja implicar en la tragedia de esta condición humana particular. Incluso los médicos que han recibido una formación universitaria conservan un cuerpo capaz de resonar con el del paciente. Para el paciente, un diagnóstico mimético de este tipo tenía una función terapéutica.
Esta resonancia desapareció pronto. Hoy en día, la auscultación reemplaza a la escucha. El orden dado cede su lugar al orden construido, y esto no solamente en la medicina. La ética de los valores desplaza la del bien y del mal, la seguridad del saber degrada a la verdad. Para la música, Mathias Rieger lo demuestra claramente: la consonancia escuchada, que podría revelar la armonía cósmica, desaparece bajo el efecto de la acústica, una ciencia que enseña cómo hacer sentir las curvas sinusoidales en el medio.
Esta transformación del médico que escucha un lamento en médico que atribuye una patología alcanza su punto máximo en los años de la posguerra. Se empuja al paciente a que se mire a través del cuadro médico, a someterse a una autopsia en el sentido literal de esta palabra: a verse con sus propios ojos. Por medio de esta autovisualización, renuncia a sentirse. Las radiografías, las tomografías e incluso la ecografía de la década de 1970 lo ayudan a identificarse con los planos anatómicos colgados, en su infancia, en las paredes del aula. La visita médica es así útil para la desencarnación del ego.
Sería imposible llevar a cabo el análisis de la salud y la enfermedad como metáforas sociales, ahora que nos acercamos al año 2000, sin comprender que esta autoabstracción imaginaria a través del ritual médico pertenece, también, al pasado. El diagnóstico ya no da una imagen que pretenda ser realista, sino una maraña de curvas de probabilidades organizadas en un perfil.
El diagnóstico no se dirige ya al sentido de la vista. Ahora exige del cliente un cálculo frío. En su mayoría, los elementos del diagnóstico no miden ya a este individuo concreto; cada observación coloca su caso en una «población» diferente e indica una eventualidad sin poder designar a un sujeto. La medicina se ha colocado fuera de la posibilidad de elegir el bien para un paciente concreto. Para decidir los servicios que se le prestarán, obliga al diagnosticado a jugar su destino en el póker.
Tomo como ejemplo el asesoramiento genético prenatal, estudiado a fondo por una colega. No habría creído lo que estaba sucediendo aquí sin el estudio de docenas de protocolos realizado por Silja Samerski en los asesoramientos a los que algunas categorías de mujeres se han sometido en Alemania. Estas consultas son aseguradas por un médico dotado de cuatro años de especialización en genética. Éste se abstiene rigurosamente de emitir cualquier opinión para evitar el destino que tuvo un médico de Tubinga, condenado en 1997 por el Tribunal Supremo, por haber convenido a mantener con vida a un niño con malformaciones. Le había sugerido a la madre que la probabilidad de tal anomalía no era grande, en vez de limitarse a cifrar el riesgo. En estas decisiones, se pasa por alto la información sobre la fecundación y un resumen de las leyes de Mendel en el establecimiento de un árbol genético-heráldico para acabar en el inventario de los peligros y en un paseo a través de un jardín de «monstruosidades». Cada vez que la mujer pregunta si esto podría sucederle a ella, el médico responde: «Señora, con certeza, esto no podemos excluirlo». Pero, con certeza, esta respuesta deja huellas. Esta ceremonia tiene un efecto simbólico inevitable: obliga a la mujer embarazada a tomar una «decisión», identificándose a sí misma y a su hijo por nacer con un patrón de probabilidades.
No es de la decisión a favor o en contra de la continuación de su embarazo de lo que yo hablo, sino de la seducción que tiene la mujer a identificarse a sí misma y también a su fruto con una «probabilidad». Una identificación de su elección con un billete de lotería. De este modo, se la fuerza a un oxímoron de decisión, una elección que se pretende humana mientras que la enclava en lo inhumano numérico. Henos aquí no ya frente a una desencarnación del ego, sino frente a la negación de la unicidad del sujeto, a lo absurdo de ponerse en riesgo como sistema, como un modelo actuario. El consultor se convierte en psicopompo en una liturgia de iniciación al todo estadístico. Y todo esto en la «persecución de la salud».
En este punto, se hace imposible tratar la salud como una metáfora. Las metáforas son trayectos de una orilla semántica a otra. Por naturaleza, cojean. Pero, por esencia, arrojan una luz sobre el punto de partida de la travesía. Éste ya no puede ser el caso cuando la salud es concebida como la optimización de un riesgo. El abismo que existe entre lo somático y lo matemático no lo admite. El punto de partida no tolera ni la carne ni el ego. La persecución de la salud disuelve a ambos. Yo me pregunto cómo puede todavía corporizarse el miedo cuando se está privado de la carne, cómo evitar caer en una deriva de las decisiones suicidas.
Es por esto que he elegido por título para mi intervención: «No nos dejes caer en el diagnóstico y líbranos de los males de la salud». Para ser capaces de esto, yo confío en mis amigos.
Traducción de la «Lezione magistrale» de Ivan Illich en el Simposio de Bolonia «Enfermedad y salud como metáforas sociales» que tuvo lugar del 25 al 28 de octubre de 1998.
_______________________________
Este texto fue también publicado como «L’obsession de la santé parfaite», enLe Monde diplomatique en marzo de 1999. La versión francesa del propio autor (en colaboración con Maud Sissung y Valentine Borremans) que fue consultada para esta traducción puede encontrarse como Ivan Illich, «Ne nous laissez pas succomber au diagnostic, mais délivrez-nous des maux de la santé», en La perte des sens (Inédit), París, Fayard, 2004, pp. 327-335.
Muertxerrante
Errar en la nada, siendo nadie.
Popular Posts
-
MANIFIESTO CHTHULUCENO - DONNA HARAWAY TRADUCCIÓN HELEN TORRES Quizás es tiempo de escribir un "Manifiesto Chthulucen...
-
BOE (Boletín Oficial Edge) un fanzine vegan sxe y anarquista que trimestralmente está rotando con temas actuales de represión sistemáti...
-
CHROMA Banda hardcorepunk relativamente nueva de Barcelona , su sonido bastante particular/ básico , riffs intensos, guita...
-
FRACASO Banda punk anarquista de Caracas-Venezuela sucia e intensa, reverb al máximo, sus letras hablan de la cotidianidad en la ci...
-
AS MERCENARIAS Banda de chicas anarco-punks de Brasil, inician por 1982 aproximadamente, esta es otra de esas bandas que incomodó y g...
-
CRIMINAL DAMAGE Banda punk de Portland con integrantes de tragedy, his hero is gone, deathreat entre otras, su sonido evoca bandas ...
-
Languid raw punk, banda actual y ruidosa de canadá temas dispuestos a lxs amantes del dis. Languid, Raw Punk
-
CONSTRUCTORA DE MUNDOS "Cuando el último árbol sea cortado, cuando el último río sea contaminado, se darán cuenta qu...
-
Este texto es la primera parte de un discurso pronunciado en la 16ª Asamblea General de la Sociedad para el Desarrollo Internacional...
-
A propósito de la represión a lxs manifestantes el día 22 de enero en Bogotá/Col respecto a la re-apertura de la "plaza de t...