La Epidemia de la Droga: ¿Una Nueva Forma de Genocidio Negro? - Lorenzo Kom'boa Ervin



LA EPIDEMIA DE LA DROGA: ¿UNA NUEVA FORMA DE GENOCIDIO NEGRO?


“La campaña de Nixon en 1968, y la presidencia de Nixon más 
tarde, tenía dos enemigos: la izquierda pacifista y los negros. 
¿Entiende lo que quiero decir? Sabíamos que no podíamos 
ilegalizar el hecho de ser pacifista o de ser negro, pero 
incitando al público a asociar a los hippies a la marihuana, y a 
los negros a la heroína, podríamos desmantelar y luego castigar 
con duras penas el consumo de estos productos, y así, acabar 
con estas comunidades. De esta forma, podríamos detener a 
sus líderes, acabar con sus encuentros y demonizarlos noche 
tras noche en el telediario. ¿Sabíamos que estábamos 
mintiendo sobre el asunto de las drogas? Claro que sí.”
John Ehrlichman, consejero de política interior de Richard Nixon 
(presidente de EEUU entre 1969 y 1974), en una entrevista en 1994. 


¡La droga es la muerte! ¡Debemos luchar contra la adicción a 
las drogas por todos los medios necesarios! ¡Haz todo lo que 
puedas para ayudar a tu gente en la guerra antidroga!


 Una de las peores formas de criminalización es el tráfico de drogas, el cual merece unos cuantos comentarios aparte. Hay una subcultura de la droga negativa en la comunidad Negra que vanagloria, o al menos lo hace aceptable, el uso de drogas, a pesar de que está matándonos y destruyendo nuestra comunidad. De hecho, todos los días leemos algo sobre yonquis que se mueren por una sobredosis, o de algunx camellx apostadx en la esquina de una calle asesinadx de un disparo por una disputa o debido a un aviso por una venta drogas en mal estado. La tragedia del último caso es que, por esos días, víctimas inocentes – niñxs o ancianxs – también han resultado heridxs de bala durante el tiroteo. La persona adicta a las drogas (el nuevo término similar a ser un “crackero”) es otra triste figura; fueron seres humanos al igual que cualquier otrx, pero debido a su entorno social opresivo, buscaron drogas para aliviar el dolor o para escapar temporalmente de las “junglas de cemento” en las que se nos obliga a vivir en los guetos urbanos de América.

 Con la introducción del crack, un derivado más fuerte de la cocaína, que aparece en la década de los ochenta, se desplegaron todavía más problemas y tragedias de este tipo – más gente adicta, más asesinatos entre bandas callejeras, y un mayor deterioro de la comunidad. En la mayoría de las zonas urbanas casi siempre hay consumo de drogas, lo que es novedoso es la intensidad geográfica de la penetración del crack en las comunidades Negras en todas las zonas del país. Pero la extensión del crack es sólo una consecuencia de la difusión masiva de drogas por parte del gobierno que comenzó al final de la década de los sesenta. La Casa Blanca es en realidad la “casa de la farlopa”, lo que significa que la administración política de EEUU está detrás del comercio de la droga en su totalidad. El gobierno de EEUU ha estado en realidad traficando con drogas dentro de este país durante muchísimos años a bordo de los aviones de la CIA y del ejército para usar un arma química de guerra contra la América Negra. La droga más difundida fue principalmente la heroína importada del denominado “Triángulo de Oro” del Sudeste asiático durante la Guerra de Vietnam. Pero con la introducción del crack, derivado de la cocaína, dejó de existir la necesidad de importar drogas hacia dentro del país, y pudiendo conseguir la misma difusión que antes, ya que podía ser preparada químicamente en un laboratorio del mismo continente, y posteriormente distribuida inmediatamente. El crack creó una auténtica nueva generación de clientes y consumidores del tráfico de drogas; era más barata y muchísimo más adictiva. El crack y otras drogas son una gran fuente de beneficios para el gobierno, y mantienen a la comunidad Negra pasiva y políticamente indiferente. Esta es la principal razón de por qué no podemos contar con la fuerza policial y con el gobierno para detener el tráfico de drogas o para ayudar a las víctimas enganchadas a las drogas. Por una parte, ponen sus esfuerzos en hacer que nos lluevan drogas, mientras que el Estado se hace más fuerte debido a su farsa de la “guerra contra las drogas”, que permite a la policía federal intervenir sobre las comunidades Negras y otros grupos oprimidos, y también porque se destinan millones de dólares del tesoro público para los “cuerpos de seguridad” del estado, que supuestamente están reprimiendo el tráfico de drogas. Pero nunca van a por los bancos o contra las grandes compañías empresariales farmacéuticas que financian el comercio de drogas, sólo contra lxs traficantes callejeros de poca monta, que con frecuencia son gente Negra pobre.

 El desempleo es otra razón por la que el tráfico de drogas es tan habitual en nuestras comunidades. La gente pobre buscará con desesperación cualquier cosa para conseguir dinero, incluso en las drogas que están destruyendo nuestras comunidades. Si la gente no tiene trabajo o ingresos, las drogas se muestran como algo muy lucrativo y como la mejor manera de salir al paso. De hecho, el negocio de las drogas se ha convertido en los únicos ingresos de muchísima gente pobre de las comunidades Negras, y la única cosa que alguna gente percibe como lo que les sacará de sus vidas de pobreza. Evidentemente, los oficios convencionales o las cuotas a un sindicato son algunas de las soluciones para terminar con el tráfico de drogas en nuestra comunidad, más que confiar en la policía, los tribunales o el Estado. La madera no es nuestra amiga o aliada, y debe destaparse su papel en la protección del tráfico de drogas, en vez de suprimirlo. Sólo la comunidad puede detener el tráfico de drogas, y es nuestra responsabilidad, sin importar hacia dónde miremos. Después de todo, esxs yonquis son nuestros hermanos y hermanas, madres y padres, vecinxs y amigxs; no son unxs desconocidxs. Debemos organizarnos para salvar sus vidas y la vida de la comunidad. Debemos establecer programas de desintoxicación en las comunidades Negras a lo largo de todo el país. Debemos evidenciar y mostrar el papel del gobierno como difusor de la droga, junto con el de la policía como protectora del tráfico de drogas. Pero también debemos estar preparadxs para ayudar a las víctimas de la droga con terapias de calle, clínicas de calle (donde puedan limpiarse y entender las razones comerciales y sociopolíticas del uso de drogas), propaganda contra el consumo de drogas, y otras actividades.

 La gente yonqui son las víctimas de la sociedad de la droga, que piensa que está guay drogarse. Lxs chavalxs son algunas de las víctimas más grandes del tráfico de drogas, cuando se les engaña u obliga (por necesidades económicas) a entrar en su consumo o venta. Consumidorxs y traficantes son víctimas por igual, pero lxs traficantes son algo más que gente completamente inocente. A pesar de que unx Negrx en una esquina vendiendo bolsitas de droga es una víctima de sí mismx por el sistema económico y político que le obliga a hacer eso, lxs traficantes de droga son una casta corrupta y peligrosa que debemos detener. Muchísima gente ha resultado herida o muerta por intentar ingenuamente oponerse a ellxs, o les han obligado a dejar sus barrios. Por lo tanto, mientras que la política con la gente yonqui debería ser benevolente y comprensiva, con lxs traficantes de droga debe ser cautelosa, y hasta implacable cuando se requiera. Necesitamos primero intentar convencerles con un programa económico y político que les haga ver una forma de dejar el negocio de la droga, pero muchxs de ellxs son muy propensxs a la violencia, especialmente los “peces gordos” (quienes están además bajo protección policial), y se opondrán a nuestros fines usando métodos militares y políticos.  No estamos abogando por el asesinato sumario de personas; de lo que hablamos es de tomar la muerte como punto de partida de un cambio, ¡eso es! El tema de la muerte es básicamente asunto de quien la genera. Puede ser directo y ejercido contra la muerte mercantil, o puede ser indirecto y ejercido contra nuestra juventud – si lo permitimos. Ser consciente de una situación de peligro y no pretender cambiarla tiene la misma responsabilidad sobre esa situación que aquellxs que la crearon primero.

 Escuchadme. No quiero simplificar este problema diciendo que simplemente con matar a unos pocos traficantes de poca monta de la calle terminaremos con esto. No, no será así, ¡y no queremos hacer eso de ninguna forma! Ellxs son simplemente gente pobre que intenta sobrevivir en este sistema, peones del juego de la droga cuyas vidas no importan a lxs grandes Capitalistas o al gobierno. Dicen que a esxs traficantes barriobajerxs se les deberían asesinar o encarcelar, pero de esta forma el sistema del tráfico de drogas seguirá adelante. Es un problema sociopolítico, que se puede atajar desde las organizaciones de base. Son lxs promotorxs corporativxs e industriales del comercio de las drogas (no sólo lxs pequeñxs traficantes) quienes deben ser no sólo descubiertxs, sino apartadxs. Además de la educación, la agitación y otras acciones, debe operar también la acción militar por parte de células revolucionarias. Las acciones clandestinas por las que abogamos pueden realizarse por un grupo relativamente pequeño de gente entregada, una célula revolucionaria de luchadorxs armardxs, entrenadxs en tácticas de guerrilla. Pero igualmente ese pequeño grupo de personas debe tener el apoyo de los barrios para poder funcionar, de otra manera la gente no lo diferenciará de cualquier otra banda violenta. Una vez que esta cohesión social exista a lo largo de la comunidad, entonces podemos comenzar a poner en práctica esta propuesta dentro de la acción contra lxs traficantes más violentxs e importantes. Queremos que estas directrices sean más o menos consideradas de cara a ocuparnos de los problemas de un barrio o de comunidad de un nivel más grande, o incluso a nivel nacional.

1. Organizar clases de educación sobre drogas en la comunidad, especialmente para la juventud, para evidenciar la naturaleza del comercio de drogas, quien lo sufre, y cómo el gobierno, los bancos y las 
compañías farmacéuticas están detrás de todo.
2. Denunciar a lxs comerciantes de la droga y a sus protectores policiales (con fotos, carteles, panfletos, periódicos…)
3. Acoso a lxs traficantes; es decir, con llamadas telefónicas, rompiéndoles la mercancía, organizar manifestaciones en sus “zonas de negocio” y otras tácticas.
4. Montar clínicas de rehabilitación en las que lxs yonquis puedan recibir asistencia, estudiar la naturaleza de su opresión, y puedan convencerse de las políticas revolucionarias. Debemos ganarnos a la gente sacándola de la droga para la revolución.
5. Eliminación física de lxs traficantes; intimidación para sacarles de un barrio o de una ciudad, palizas y asesinatos cuando sea necesario.


Un extracto de Anarchism and the Black Revolution  (“Anarquismo y Revolución Negra”) 
por Lorenzo Kom’boa Ervin. (nacido en 1947) es un escritor americano, activista y anarquista negro. 
Es un miembro fundador del Partido Pantera Negra. Nació en Chattanooga, Tennessee, y vive en Memphis, Tennessee, desde 2010.



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Muertx Errante

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