¿SE INVENTÓ EL AMOR PARA SOPORTAT EL TRABAJO?
“¿Se inventó el amor para soportar el trabajo?”, me preguntó mi
compañera bien temprano, mientras la acariciaba. Ella enseguida partiría
para la Escuela, y yo en un instante empezaría a ocuparme de las tareas
llamadas “domésticas” (limpiar, lavar ropas, cocinar,…).
Desconcertado por esa forma suya de decir lo que no se espera, no supe qué alegar.
Pasó un tiempo, limpié la casa, lavé, cociné; y ahora, por fin, me llega la respuesta:
Desconcertado por esa forma suya de decir lo que no se espera, no supe qué alegar.
Pasó un tiempo, limpié la casa, lavé, cociné; y ahora, por fin, me llega la respuesta:
“Estrella, el amor es casi lo único que no se inventó. Se inventó el
trabajo, se inventó la Escuela, se inventó la propiedad privada, se
inventó el Estado, incluso se inventó la Clase Trabajadora. Pero el amor
verdadero, que ya solo se da entre los pobres y entre los perdidos,
entre los marginales y los erráticos, entre gentes como nosotros, no
necesitó ser inventado. Estaba en la naturaleza de los animales humanos.
Ahí también estaba el odio…
¿Me preguntarás algún día si el odio se inventó para escapar del trabajo?
No lo harás, porque ya conoces mi respuesta: capaz del amor, necesitado del amor, dependiente del amor, amo y amo y amo el odio. Odiar desde las vísceras todo aquello que merece ser odiado es la expresión máxima del amor y el refugio último de la libertad.
Ahí también estaba el odio…
¿Me preguntarás algún día si el odio se inventó para escapar del trabajo?
No lo harás, porque ya conoces mi respuesta: capaz del amor, necesitado del amor, dependiente del amor, amo y amo y amo el odio. Odiar desde las vísceras todo aquello que merece ser odiado es la expresión máxima del amor y el refugio último de la libertad.
Pedro García Olivo
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